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SEGURITECNIA Diciembre 2017 73 Inteligencia y Seguridad ción sobre asuntos de vital importan- cia que, inexorablemente, necesitarán su atención. Estaríamos más cerca del concepto de misil teleguiado que del anterior. Visto esto, intentaremos esbozar cómo creemos que se puede abordar este tema por parte de la dirección. El servicio de Inteligencia –y con ello nos referimos tanto a los servicios es- tatales como a los privados de los que pueda disponer cualquier empresa–, es un arma de doble filo que puede actuar tanto a favor como en contra de quienes deciden hacer uso de él. Para asegurarnos de que sea benefi- cioso para nuestros intereses, hay que tener presente algunas reglas bas- tante simples, pero a menudo deja- das de lado. Quien dirija bien su Ciclo de Inteligencia conseguirá la “superio- ridad de información” necesaria para obtener la anhelada “superioridad de decisión”. No hace mucho, el director del Cen- tro Nacional de Inteligencia (CNI) afir- maba en una conferencia que la inte- ligencia competitiva era “una herra- mienta de gestión sólida para anticipar el cambio y convertirlo en oportuni- dad de negocio, minimizando el riesgo y limitando los posibles daños”. Y tam- bién comparaba el Ciclo de Inteligen- cia con una cadena de producción de cualquier empresa en la que todos sus eslabones son imprescindibles para llegar a un buen resultado. Si tomamos en cuenta esta similitud, no podremos dudar de que lo más im- portante del proceso de esta cadena es saber el producto que queremos con- seguir, para qué lo deseamos y cuándo. Pero también es muy importante tener la capacidad de ir cambiando las de- cisiones y procesos, según los resulta- dos que se vayan obteniendo, para re- conducir todo el sistema en la dirección correcta. Para ello hay que tomar unas cuantas decisiones previas antes de em- pezar el proceso –el ciclo–, pero tam- bién considerar modificarlas o ampliar- las en cualquier momento. Hay que po- seer la capacidad de poder, y querer, ejercer la dirección. Diferentes fases Nuestra cadena de producción, el Ci- clo de Inteligencia, se desarrolla en unas cuantas fases que difieren algo entre sí según las distintas institucio- nes, países o servicios que las defi- nan, pero cuyas diferencias no van más allá de pequeños matices en su definición o del desglose de alguna de ellas que modifica su número y al- cance. Lo que sí dejan todos claro es que, creada la necesidad de proveerse de inteligencia, el ciclo empieza por la fase de dirección y suele ir seguida de las de obtención, elaboración y difu- sión para cerrar el ciclo reenganchán- dose con la primera. Pero el cierre del ciclo no significa en absoluto que ter- mine el proceso, sino que se provoca la continuación del mismo, recabando de nuevo el imprescindible concurso de la dirección para regenerarse y po- der perpetuar con eficacia su impor- tante labor. Realmente, si se van ob- teniendo buenos frutos, el sistema acaba creando “adicción” entre los be- neficiarios del servicio y estos cada vez dirigen mejor a los demás actores del proceso. Todo esto parece obvio, pero la ver- dad es que, por desgracia, la teoría y la realidad no tienen mucho que ver. Por diversos motivos, entre los que se podrían incluir la falta de tiempo de los directivos, el desconocimiento de los procesos o la falta de confianza en los resultados, lo cierto es que con de- masiada frecuencia se delega todo el proceso en los responsables técnicos de este servicio, quienes, a pesar de su innegable buena voluntad en la may- oría de los casos, acaban perdiéndose en su propio bosque y difuminando el rumbo del objetivo. Así, cuando alguien tiene una necesidad de inteligencia suele solic- itar el producto que quiere obtener y espera que todo vaya sobre rue- das, que le hayan entendido lo que Quien dirija bien su Ciclo de Inteligencia conseguirá la “superioridad de información” necesaria para obtener la “superioridad de decisión”

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