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SEGURITECNIA Diciembre 2018 97 Prevención de Riesgos Laborales una menor fidelización del personal con la organización; un mayor flujo de personal voluntario, si existe; y un me- nor funcionamiento del operativo y un mayor absentismo, todo ello gene- rando mayores costes económicos. Estrategias de prevención La imagen que podemos haber creado hasta el momento puede ser negativa, incluso hacer plantearse porque una persona puede mantenerse en esa labor todos los días. Por ello, debemos hacer hincapié en aquellas estrategias de pre- vención que todo servicio de emergen- cias debería tratar de potenciar y que vamos a analizar a continuación: 1. La importancia de los procesos de selección : se debe partir de la base de que no todas las personas tienen ni las mismas competencias, ni habi- lidades, ni actitudes, ni aptitudes. Por tanto, es un error pensar que todas las personas valen para este tipo de tra- bajo. Es necesario crear un procedi- miento de selección que permita co- nocer el perfil de la persona que opta a un trabajo de emergencias para lo cual en la organización debe existir un perfil de competencias preestablecido para cada puesto de trabajo y así po- der evaluar variables como la motiva- ción laboral, liderazgo, capacidad en la toma de decisiones, iniciativa para el cambio, flexibilidad, orientación a los resultados o a la acción, inteligencia emocional y social, capacidad de tra- bajo en equipo, estabilidad emocio- nal, sensación de control, y competi- tividad, entre otras. Asimismo, sería re- comendable evaluar las habilidades de afrontamiento y las vivencias pasa- das y/o actuales. De este modo, evita- ríamos situaciones en las que expone- mos a los profesionales a tareas para las que quizás no estén preparados. 2. Evaluación de las expectativas labo- rales , concretamente, en el desgaste profesional: algunos autores conside- ran que está muy relacionado con te- ner expectativas irreales sobre la pro- fesión y las posibilidades de actua- ción. Existen tres tipos de expectativas esenciales: la expectativa de refuerzo, donde los profesionales esperan que el resultado de sus acciones sean va- loradas y tengan significado para las personas atendidas, de tal manera que los profesionales esperan conseguir refuerzo por parte de estas; expec- tativas de resultado, relacionada con una serie de consecuencias u objeti- vos que se desean conseguir y que si no consigue, creará una sensación de descontrol; y las expectativas de efica- cia, cuando los profesionales se sien- ten competentes, actúan y son per- sistentes para conseguir los objetivos. Por el contrario, si la expectativa no se confirma, el profesional puede sen- tirse con falta de realización personal. 3. Sreening tras sucesos de elevado im- pacto emocional: a nivel preventivo esta puede ser una de las tareas más sencillas y a la vez más efectivas. Se trata de ofrecer a los profesionales que se hayan visto involucrados en un su- ceso potencialmente traumático (acci- dentes, muertes de compañeros, gran número de fallecidos, menores heridos, etc.) un instrumento estandarizado de evaluación psicológica que permita de- tectar sujetos en riesgo, o bien ofrecer atención psicológica inmediata tras el suceso, y que si es necesario, se derive a un recurso especializado. 4. Acciones formativas encaminadas a potenciar o desarrollar conocimien- tos de prevención y autocuidado. Es- tas acciones deben ir encaminadas a la psicoeducación (gestión del estrés, manejo de conflictos, técnicas de au- tocuidado y resiliencia, hábitos de vida saludable, etc.) y la desestigmatización (rompiendo con la creencia errónea de que un profesional de la emergen- cia no tiene punto de ruptura). 5. Crear un entorno favorable y lide- razgo basado en adecuadas estrate- gias de comunicación, donde exista un feedback inmediato face to face y donde se lleven acciones para crear un buen clima laboral basado en in- volucrar, ilusionar, motivar y compartir un objetivo compartido, creando un adecuado sentimiento de pertenencia a la organización. Para concluir, sería necesario que dentro del ámbito de emergencias y ca- tástrofes se establecieran de forma es- table políticas de “buenas prácticas” en el cuidado de la salud mental, par- tiendo de la base de que tenemos in- tervinientes y profesionales psicopato- lógicamente sanos, humanos y con re- acciones humanas pero con una gran resiliencia que, a pesar, de enfrentarse a numerosos factores de riesgo, son ca- paces de realizar diariamente su tarea sin interferencias. En definitiva, se trata de prevenir con un objetivo final: “que lo que nos apa- siona, no nos enferme” (A. Galfasó). S

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