Seguritecnia 504
/ Noviembre-Diciembre 2023 22 A vista de L a proliferación de amenazas que acechan a la sociedad actual tiene un importante impacto en nuestra per- cepción de la seguridad. Afrontamos amenazas y riesgos transversales, in- terconectados y transnacionales, y por eso, hoy más que nunca, preservar la seguridad requiere coordinación, tanto internacional como interna, además de la contribución de la sociedad en su conjunto. No basta con la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. En el año 2011, nuestra primera Estra- tegia Española de Seguridad estableció el principio de que garantizar la segu- ridad de España y de sus habitantes y ciudadanos es responsabilidad esencial del Gobierno y del conjunto de las admi- nistraciones públicas; pero también de la sociedad, ciudadanía, organizaciones sociales, empresas y medios de comu- nicación, hasta el punto de proclamar que la seguridad es ya responsabilidad de todos. Así pues, se abre la puerta a que nue- vos (y no tan nuevos) actores se integren en el Sistema de Seguridad Nacional. Ciertamente, la intervención de estos ac- tores no resulta novedosa. Lo novedoso es la forma de contemplar e integrar, de una manera holística, a este conjunto de fuerzas en nuestro sistema de seguridad, con una referencia expresa a la necesi- dad de integrar todas y cada una de las dimensiones de la seguridad, haciéndo- las converger hacia objetivos comunes, con plena consciencia de las múltiples relaciones que existen entre ellas. Desde 2011 nada ha cambiado en este planteamiento. Si acaso, las ame- nazas se agravan y nuestro perímetro de exposición crece exponencialmente ante la proliferación, en cantidad y ca- lidad, de las que proceden del ciberes- pacio. Así pues, ahora es más necesaria que nunca la coordinación de todas las fuerzas que convergen (o deben conver- ger) para nuestra protección. De todos esos actores que han de unir sus fuerzas para proteger nuestra socie- dad y nuestro modo de vida, hay uno es- pecialmente obligado a hacerlo y es el sector privado de la seguridad. Presente en la protección activa de todo tipo de instalaciones y actividades, prestando servicios de cualquier índole, con perso- nal especialmente preparado y usando medios técnicos puestos a su disposi- ción por una industria muy avanzada tecnológicamente, sin olvidar la seguri- dad de nuestras empresas, la seguridad corporativa, verdadero motor del sector al que dinamiza con sus requerimientos de protección en las más variadas cir- cunstancias. Sector de la seguridad En este punto, nos enfrentamos a un pro- blema puramente conceptual: ¿cómo de- nominamos a este bloque de actores que contribuyen desde el sector privado a la mejora de la seguridad pública? En pura lógica, deberíamos hablar de seguridad privada; sin embargo, sucesivas leyes han circunscrito ese concepto en España a la actividad que desarrollan las empre- sas privadas de seguridad y su personal, y, por consiguiente, no abarca al sector en su conjunto, cuyo ámbito excede con mucho, en extensión y profundidad, al de las empresas de seguridad privada, deli- mitado expresamente por la ley. Una vez más se echa en falta una doc- trina común en el mundo de la seguri- dad y, como tantas veces sucede, nos adentramos en un espacio que o carece de nombre propio o ha evolucionado sin criterios comunes, dando lugar a tantas denominaciones como observadores. En este sentido, en la Fundación Borre- dá, conscientes de la necesidad de lle- var a cabo una labor didáctica para acu- ñar y fijar términos de uso general que faciliten la delimitación de funciones y ámbitos, asumimos el rol de laboratorio de ideas al servicio de esa pretendida doctrina común. Desde esa posición, es fácil inferir que la situación en que un conjunto de ac- tores privados actúa en beneficio del in- La seguridad civil C ésar Á lvarez C oordinador de P royectos de la F undación B orredá
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