Seguritecnia 507
Inteligencia y Seguridad siempre es así, y esto es especialmente cierto cuando se considera al entorno como el dominio en el que los efectos del permanente cambio inciden o pue- den incidir de manera no siempre evi- dente por su magnitud o intensidad. Tampoco deberían infravalorarse los efectos que el cambio pueda tener so- bre la propia organización o empresa, tanto en lo material como en su capital humano. Como en todo proceso que conlleve toma de decisiones, es obligado insistir, como venimos haciendo en esta sec- ción, en la absoluta necesidad de que estas se adopten de manera fundada; es decir, apoyándolas en el conocimiento preciso sobre todos aquellos factores que conforman la situación. Y la selección, adopción, implanta- ción y ejecución de una estrategia por parte de una empresa u organización implica una serie de toma de decisio- nes cuyos efectos pueden ser más o menos inmediatos, pero que redunda- rán en el éxito de la misma o, por el contrario, podrían llegar hasta hacerla desaparecer. Toma de decisiones Si “la estrategia es un patrón en una co- rriente de decisiones”, como señalaba muy acertadamente Henry Mintzberg −uno de los más reputados estrategas de nuestro tiempo−, debemos llegar a concluir que no resulta posible el éxito (a menos que el factor suerte se mani- festara favorablemente de manera per- manente) sin disponer del conocimiento necesario para adoptar las decisiones adecuadas en cada momento. Conocimiento que, especialmente preparado para las circunstancias espe- cíficas de un usuario, se conoce con el nombre de “inteligencia”, lo que explica la íntima relación entre ambos concep- tos y disciplinas. Pero, debe quedar muy claro al lector que ambos no deberían estar al mismo nivel en cuanto a consi- deración. Así, señala muy acertadamente B. Gi- lad que “si bien una buena estrategia con una mala inteligencia producirá re- sultados mediocres; una mala estrategia con buena inteligencia es garantía abso- luta de fracaso”. Esta frase deja perfec- tamente claro que la inteligencia es muy importante para la elección y ejecución de la estrategia, pero que, una vez pues- ta en marcha por la organización, el rol de la inteligencia es alimentarla en los momentos en que hayan de adoptarse las decisiones. Si la elección no fue la adecuada, difícilmente se podrá cam- biar el rumbo de la nave. Puesto todo lo anterior en el contexto de cambio actual, parece casi innece- sario insistir en la absoluta necesidad de que las empresas y organizaciones españolas entiendan como imperati- vo el dotarse de capacidades de inte- ligencia permanentes y propias, más que seguir recibiendo esporádicamente asesoramiento externo, cuyo valor na- die niega, pero cuyos aspectos menos positivos merecerían tenerse muy en consideración. Valor de la Inteligencia Para quien esto escribe, nada es más evidente al respecto que la frase con la que Isaac Martín Barbero, antiguo direc- tor general de Internacionalización de la Empresa en ICEX España Exportación e Inversiones, resumía la importancia que las empresas españolas deberían con- ceder a la inteligencia en un contexto de enorme incertidumbre como el actual: “El valor de la inteligencia viene dado por la contundencia con la que refuerza la capacidad de la empresa para tomar las decisiones necesarias para afrontar su futuro y evolucionar”. Solo podemos añadir “Amén”. Notas al final 1 Competitive Strategy: Techniques for Analyzing Industries and Competitors, 1980. / Mayo-Junio 2024 93
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