A la vista del impacto de esta crisis, mal haríamos en no reflexionar sobre algunos hechos que nos precipitaron directamente a la tragedia o que simplemente dificultaron una reacción ágil y oportuna. Me refiero al ámbito interno. Porque, más allá de los errores de otros, conviene poner el foco en nuestras ineficiencias para corregirlas y para que estemos en condiciones de responder adecuadamente cuando el problema vuelva (que volverá, bajo esta u otra fórmula). Lo contrario sería hacerse trampas en el solitario. Y ya sabemos la calificación que merece este tipo de jugador.
Ciertamente, ha habido y habrá múltiples ocasiones para la reflexión profunda. Pero, en este caso, los miles de españoles muertos que podrían haberse evitado reclaman nuestra atención para que su muerte no sea inútil, aunque sea tarde.
Lecciones aprendidas
De toda esta crisis podemos sacar una serie de lecciones aprendidas que detallo a continuación:
1. Nuestro modelo de Estado de las autonomías precisa un replanteamiento de las competencias, que necesariamente debe ejercer el Estado en régimen de exclusividad, y señalar cuáles pueden transferirse a las autonomías. Aquí se incluyen los mecanismos necesarios para una hipotética avocación en determinados supuestos y, en todo caso, para la más fluida relación entre las administraciones.
Es difícil recoger velas a estas alturas, pero puede que sea tiempo de que la casa común se apoye en mejores cimientos dado que los existentes, quizá por un defecto de diseño, ceden ante las presiones del propio edificio. Por muy utópico que pueda parecer el planteamiento, no puede dejar de encabezar, una vez más, las lecciones aprendidas.
En cuanto a los servicios esenciales, el Estado debe disponer de la capacidad de asumir la dirección de las acciones en cuanto sea preciso para asegurar su continuidad
2. Entre las competencias exclusivas del Estado debe figurar inequívocamente la seguridad nacional, en tanto en cuanto se dirige a la armonización de objetivos, recursos y políticas en materia de seguridad. En particular, uno de sus objetivos principales debe ser velar por la continuidad de los servicios esenciales.
Será posible descentralizar la ejecución de algunas políticas y apoyarse en la estructura autonómica para ganar agilidad. Pero cuando se trate armonizar, la competencia del Estado no debe dejar lugar a dudas. En cuanto a los servicios esenciales, dada su extensión e interdependencia, el Estado debe disponer de la capacidad de asumir la dirección de las acciones en cuanto sea preciso para asegurar su continuidad.
3. El catálogo de recursos humanos y de medios materiales de los sectores estratégicos de la nación que puedan ser puestos a disposición de las autoridades competentes, al que hace referencia la Ley de Seguridad Nacional, debe servir para cualquier situación de excepcionalidad y ha de ser elaborado a la mayor urgencia.
Dando por supuesta la conveniencia de tener catalogados los recursos, es evidente que, aunque la fórmula fue diseñada para atender situaciones de interés para la seguridad nacional, la herramienta será igualmente necesaria para gestionar situaciones más comprometidas por su excepcionalidad. De ahí la urgente necesidad de su elaboración.
4. En todo momento, pero muy especialmente para gestionar una crisis, es imprescindible disponer de una dirección altamente capacitada, por su cualificación y profesionalidad.
En el caso de las administraciones, la condición es igualmente aplicable, con la particularidad de que, además de la cualificación, es necesario aportar el valor añadido de la vocación de servicio público. Hay que abogar por la profesionalización de las administraciones públicas, limitando el acceso de cargos políticos a las tareas de gestión.
5. La normativa sobre protección de infraestructuras críticas y sobre protección de las redes y sistemas de la información debe armonizarse desde una norma dirigida a la protección integral de los servicios esenciales frente a perturbaciones de cualquier naturaleza.
La experiencia nos demuestra la importancia de garantizar la continuidad de los servicios esenciales porque constituyen la base de nuestra sociedad. Todas las acciones de protección deben dirigirse a esta finalidad. Y serán tanto más coherentes y eficaces en cuanto se basen en una normativa clara, integral y ágil, sin duplicidades.
Debe crearse un programa permanente de simulacros para entrenar la respuesta a los incidentes y mejorar la resiliencia de todos los proveedores de servicios esenciales
6. Los planes estratégicos sectoriales elaborados al amparo de la Ley PIC deben contener previsiones frente a amenazas de cualquier naturaleza para garantizar la continuidad de los servicios esenciales que preste cada sector, anticipando las medidas a adoptar en cada escenario considerado.
Los planes de continuidad de los servicios esenciales deben incluir los mecanismos de transferencia de responsabilidades entre administraciones y de apoyo mutuo entre operadores, así como los órganos permanentes o circunstanciales de coordinación y apoyo técnico.
Debe crearse un programa permanente de simulacros para entrenar la respuesta a los incidentes y mejorar la resiliencia de todos los proveedores de servicios esenciales. La elaboración de este programa y su dirección debería corresponder al CNPIC (Centro Nacional de Protección de Infraestructuras y Ciberseguridad) por su superior conocimiento de los sectores estratégicos, contando para su desarrollo con la colaboración de todos los órganos concernidos.
Sun Tzu decía, en El arte de la guerra: “Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después. Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes preparados”.
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