¿Cómo ha sido su trayectoria dentro de la seguridad corporativa?
Comencé a trabajar en seguridad en la empresa pública Correos. De allí, di el salto al Ministerio de Cultura, a la Subdirección General de Museos Estatales, ocupándome de la seguridad de los 16 museos estatales de gestión directa: Arqueológico Nacional, Cerralbo, América, Traje, Nacional de Antropología, Sorolla, Nacional de Artes Decorativas, Nacional del Romanticismo, Nacional de Arqueología Subacuática, Nacional de Arte Romano de Mérida, Nacional de Cerámica de Valencia, Sefardí de Toledo, Greco de Toledo, Casa de Cervantes de Valladolid, Nacional de Escultura de Valladolid y Altamira de Cantabria.
Además de estos, desde mi servicio se lleva la seguridad del edificio de Tabacalera, como centro de Promoción de las Bellas Artes.
¿Cuáles deben ser los pilares de la seguridad corporativa?
La seguridad corporativa debe fundamentarse en el convencimiento global de su necesidad en la empresa. Por muy buenos profesionales que se formen y por muchos recursos tecnológicos que se instalen, si dentro de la organización sus integrantes no asumen la necesidad de la misma, pocos resultados se pueden obtener. Por ejemplo, si se instala un control de acceso en una puerta, es para que solo se abra y cierre por las personas autorizadas. Y no para que, descuidadamente, se quede abierta.
Dicho esto, es evidente que la seguridad corporativa debe estar inmersa en los procesos de mejora continua, tanto en la incorporación de profesionales, hombres y mujeres, cada vez mejor formados, como en la disposición de los recursos tecnológicos adecuados.
¿Cómo está organizado el Departamento de Seguridad en su entidad?
Al tratarse de la seguridad de 19 edificios distintos, con diferentes características constructivas, de contenido y entorno geográfico, nuestra organización se articula alrededor de conseguir la normalización de los procedimientos y procesos en todos los museos.
En la totalidad de los edificios hay vigilancia presencial y sistemas electrónicos de seguridad. Además, en todos ellos, el objetivo es el mismo: la seguridad de las personas y los bienes culturales que custodian.
Por otra parte, el propio edificio, por su condición de museo, tiene una doble vertiente en su seguridad: como sujeto de autoprotección, dada su condición de elemento cultural de patrimonio histórico; y como continente de bienes culturales, que deben ser protegidos individualmente.
¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta la seguridad corporativa en la actualidad y en el futuro?
El principal reto es asumir la seguridad como inversión, no como gasto que pueda ser afectado por recortes en función de los cambios de ciclo económico. Asumir ese principio lleva aparejada la dotación de fondos de reposición en tecnología que nos sirve de soporte en el control y seguridad de nuestros centros. Tecnología en continuo cambio que afecta a los profesionales que la utilizan, a su formación continua, su productividad, clima laboral, etc., sin olvidar los posibles pirateos informáticos y, por supuesto, la ciberseguridad.