Una vez más, un año más, seguimos hablando de lo mismo, pero no vamos a cejar. La destrucción sistemática del patrimonio histórico por efecto del fuego es devastadora y continua.
La protección contra el fuego cuando se involucran obras de arte es compleja si se tiene en cuenta que los conceptos asumidos en general no son de aplicación en este caso, como, por ejemplo, el hecho de que una obra de arte sometida a temperaturas superiores a 100 grados centígrados ya empieza a sufrir daños, y que cuando se superan los 140 grados centígrados se puede considerar destruida. Pero no solo esto, el agua empleada para la extinción puede ser tan dañina como el fuego, aunque en muchos casos no llega a hacerla desaparecer.
En otro tipo de industrias se pueden asegurar los bienes para que se restituyan en caso de incendio; sin embargo, en este caso eso no es viable, nada ni nadie restituye una obra de arte destruida. En muchos casos, el propio continente es la obra de arte, los palacios, las catedrales, etc., todos ellos forman parte del conjunto histórico que hay que proteger, lo que dificulta todavía más el trabajo.
Para ello, se necesitan profesionales muy cualificados que, además de saber sobre el fuego, entiendan las necesidades de protección de las obras de arte que custodian. Por lo tanto, es importante que estén en contacto directo con el restaurador, que les debe formar sobre las peculiaridades de esta labor y debe trabajar junto a ellos constantemente. En definitiva, hay que tener en cuenta que los sistemas de extinción pueden ser dañinos y, por tanto, deben buscarse alternativas siempre que sea posible.
Falta de responsables
Estamos asistiendo constantemente a ejemplos de destrucción (como se verá al final de este artículo) donde todos los incendios tienen elementos comunes para su desarrollo, y uno de ellos es la falta de capacitación de las personas responsables o incluso la inexistencia de estas. En muchos casos, la falta de mantenimiento, de evaluaciones de riesgo efectivas, de formación adecuada de las personas o de responsabilidad social por parte de las autoridades dan como resultado grandes siniestros.
En el caso de Notre Dame, la irresponsabilidad por no tomar unas mínimas precauciones, tal como un sencillo permiso de fuego para interponer las medidas de protección adecuadas, provocó la destrucción de gran parte de esta catedral.
Ocurrió lo mismo en el reciente fuego del Palacio de Versalles, de la Biblioteca Anna Amalia o en el Liceo de Barcelona.
Se necesitan profesionales muy cualificados que, además de saber sobre el fuego, entiendan las necesidades de protección de las obras de arte
Por tanto, un punto crítico para una buena protección es realizar un adecuado análisis de riesgos, identificar exactamente estos y categorizar correctamente el nivel de vulnerabilidad del edificio en todas las secciones que lo componen. De este modo, se podrán establecer las medidas necesarias para cualquier trabajo que se vaya a acometer en cada una de estas secciones.
Métodos de evaluación
El problema es que es difícil hacer una evaluación correcta en este tipo de lugares, ya que los sistemas de evaluación existentes suelen ser subjetivos y los resultados pueden variar significativamente según quién los realiza, como hemos visto en muchos ejemplos. Por ello, la utilización de sistemas que basan sus resultados en la categorización en cinco niveles, estableciendo el resultado final de cada uno más en una percepción personal que en un cálculo matemático, hacen que estos sean muy imprecisos. De ese modo, lo que se requiere es un método objetivo que garantice que los resultados sean similares sin depender de si la persona que los realiza es experta o no, y eliminando el nivel de incertidumbre de esos sistemas, próximo al 20 por ciento.
Además, si ese método fuera comúnmente adoptado por todas las instituciones de patrimonio histórico, se podrían hacer estudios comparativos de idoneidad de medidas y de eficacia que supusieran una referencia para el resto de las instituciones.
Otro punto crítico en este tipo de instituciones es la formación del personal de seguridad, que debe ser multidisciplinar y en la que han de intervenir profesionales como el restaurador o el personal de montaje o registro, entre otros. Estos perfiles darán las pautas a seguir en cada caso que se pueda producir, tanto con el museo cerrado como abierto al público. Asimismo, han de participar en el Plan de Evacuación de personas y, sobre todo, en el de obras de arte; un plan que por cierto debe ser exquisito, como en su día hizo Patrimonio Nacional, en un trabajo digno de mención y que nos abrió los ojos a todos los demás.
Para finalizar, la colaboración entre todas las instituciones culturales, tanto en el apoyo mutuo como en el desarrollo de soluciones y su conocimiento, como inició la asociación Protecturi, sería el culmen de la efectividad en la protección del patrimonio histórico y el fin de tantos y tan devastadores siniestros.
El patrimonio histórico es el reflejo de lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos. Es un legado que debe perdurar para nuestros descendientes.
Ejemplos de destrucción de fuego en el patrimonio histórico
- Incendio en la biblioteca de la Duquesa Anna Amalia de Weimar: el 2 de septiembre de 2004, el fuego asoló el edificio y destruyó 50.000 ejemplares, 37 pinturas y hasta el 98 por ciento de la colección de partituras de los siglos XVI al XVIII, así como otros 62.000 dañados por el fuego y el agua usada en las tareas de extinción.
- Incendio en una biblioteca universitaria de la Academia de las Ciencias de Moscú: el 2 de febrero de 2015, un incendio en una biblioteca universitaria de la Academia de las Ciencias de Moscú causó enormes daños a su documentación histórica, destruyendo más de un millón de escritos que databan del siglo XVI en adelante.
- Incendio del Museo Nacional de Brasil: el 2 de septiembre de 2018, un incendio afectó al histórico edificio ubicado en el parque de Boa Vista, en la ciudad de Río de Janeiro. El siniestro destruyó casi por completo la colección histórica, acumulada en alrededor de 200 años y que se había convertido en una de las más antiguas del mundo.
- Incendio en Notre Dame: el 15 de abril de 2019, los bomberos dijeron a través de los medios de comunicación franceses que el incendio podría estar relacionado con las obras de renovación que se estaban realizando en el edificio, después de una intervención de emergencia en 2018 cuando se consideró que necesitaba mantenimiento y restauración.
- Incendio en el Palacio de Versalles: el 11 de junio de 2024, el portavoz de Versalles aseguró que las llamas comenzaron en una parte donde se están llevando a cabo reformas. El fuego, según el departamento de comunicación, se declaró sobre el patio de mármol de la residencia real.