El Protocolo IBERO se publicó por primera vez en diciembre de 2018, fruto de meses de trabajo por parte de un equipo multidisciplinar integrado en la Subsecretaría de Sanidad Táctica de SEMES (Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias). El documento ponía de manifiesto la necesidad de mejorar la coordinación entre los distintos intervinientes que participan en la respuesta a incidentes intencionados con múltiples víctimas, tales como ataques terroristas o incidentes armados de variada índole que ponen al límite los recursos humanos y materiales de las agencias implicadas en su gestión. Del mismo modo, proponía mecanismos para favorecer dicha respuesta integrada por el espectro de intervinientes.
Pronto surge también la necesidad de actualizar determinados elementos en una disciplina en continuo avance y facilitar su lectura, pasando de un documento científico a un formato más manejable que, sin perder rigor, sirviese como guía de consulta rápida. El resultado es el Resumen Ejecutivo del Protocolo IBERO, un documento de 50 páginas enriquecidas con gráficos explicativos donde se condensan los principales aspectos del documento.
El documento pone de manifiesto la necesidad de mejorar la coordinación en la respuesta a incidentes intencionados con múltiples víctimas
El protocolo parte de la categorización de intervinientes reconocidos en documentos previos tales como los Consensos Hartford, donde se define la cadena asistencial como aquella formada por intervinientes inmediatos (quienes se encuentran en el lugar del incidente y que, por tanto, son víctimas potenciales), primeros intervinientes (aquellos que prestan la primera asistencia a las víctimas con capacidad para neutralizar la amenaza, como son las fuerzas del orden público, y los servicios sanitarios de emergencias que gestionan la asistencia médica inicial y el transporte a instalaciones hospitalarias) y, finalmente, el personal médico en centros asistenciales tales como cirujanos y personal de urgencias.
El protocolo IBERO
El acrónimo IBERO responde a Información, Bloqueo de la amenaza, Escalonamiento, Respuesta y rescate, y Orden y evacuación. De esta forma, la denominación corresponde con una secuencia lógica de actuación.
Información. Por Información se entiende la definición de la amenaza y la información que se puede inferir de la casuística existente a la hora de proporcionar una respuesta adecuada al incidente. Mientras los Consensos Hartford se refieren principalmente a incidentes de tirador activo, el Protocolo IBERO amplía el espectro a incidentes amok (donde median enajenados violentos y armados con medios de fortuna tales como armas blancas, o incluso armas de fuego), ataques organizados sin motivación ideológica (pseudocomandos del tipo del ataque en el Instituto Columbine estadounidense) y ataques organizados con motivación ideológica, como son los ataques terroristas con armas blancas, armas de fuego, explosivos o combinaciones de las mismas.
El conocimiento de la casuística proporciona información previa acerca de la posible duración de los ataques, rango de víctimas y patrones lesionales, así como de los recursos necesarios que, a priori, los primeros intervinientes requerirán en la respuesta. Todo ello se traduce en inteligencia que, por otra parte, facilita el establecimiento de mecanismos de prevención frente a incidentes en espacios públicos y privados, y, especialmente, en objetivos blandos donde se producen aglomeraciones de víctimas potenciales.
El acrónimo IBERO responde a Información, Bloqueo de la amenaza, Escalonamiento, Respuesta y rescate y Orden y evacuación
Bloqueo. Esta fase comprende la respuesta a la amenaza, integrando el conjunto de la cadena asistencial; es decir, los intervinientes inmediatos como víctimas potenciales, que deben implementar el protocolo corre-escóndete-lucha o Run-Hide-Fight (y donde la acción de los equipos de seguridad privada, de haberlos, resulta fundamental en los estadios de evacuación y confinamiento de las víctimas, así como a la hora de coordinar el acceso de las fuerzas de seguridad a la zona del incidente) y, en segundo lugar, los primeros intervinientes.
Por parte de los primeros intervinientes policiales, destaca la prioridad de neutralizar la amenaza. Se debe tener en cuenta que el tipo de incidentes armados es altamente dinámico, lo que implica que cuanto más se prolongue en el tiempo, mayor será el número de víctimas. En este punto, tanto los Consensos Hartford como las directrices TECC introducen la capacidad asistencial de los primeros intervinientes policiales en paralelo a la neutralización de la amenaza y siempre que las condiciones de seguridad lo permitan, tanto para los agentes como para las víctimas. Dicha asistencia se basa en la extracción de las víctimas a zona de amenaza indirecta, control precoz de hemorragias masivas exanguinantes con torniquetes o vendajes hemostáticos, manejo de la vía aérea mediante la colocación de la víctima en posición lateral de seguridad y restricción del movimiento espinal, especialmente en la zona cervical.
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