Antes de entrar de lleno en la materia que ocupa este artículo, resulta necesario llevar a cabo una aproximación conceptual a varios términos, que expongo a continuación:
Seguridad hospitalaria: es la condición y la garantía de que los trabajadores, enfermos, visitantes, acompañantes y proveedores de servicios, así como infraestructura, instalaciones, información, datos, tecnología, dotación y equipamiento estén libres de todo tipo de riesgos que les son inherentes per se o, al menos, estén controlados. La seguridad hospitalaria integra la suma de otras “subseguridades”, que son: seguridad estructural, seguridad física, seguridad lógica, seguridad contra incendios, seguridad industrial (instalaciones), seguridad biológica o bioseguridad, seguridad alimentaria (aunque, para ser más exactos, hemos de referirnos también a la tecnología de los alimentos), seguridad medioambiental, seguridad y salud laboral (prevención de riesgos laborales) para que revierta todo en un último punto que es la seguridad del paciente. (González, M. 2018).
Una vez definida la seguridad hospitalaria, debemos tener en cuenta que hay una serie de actores que intervienen directa e indirectamente en la gestión y la dirección de la seguridad global y la protección integral. Queda englobada en ese término también la gestión de la prevención de los riesgos laborales, así como la bioseguridad (o seguridad biológica). Dichos actores son los distintos gestores hospitalarios, como son las direcciones de Gerencia, Médica, de Seguridad, de Prevención de Riesgos Laborales, de Enfermería, de Ingeniería y Electromedicina, así como el mantenimiento y la Jefatura de Farmacia Hospitalaria. En esta última quedaría integrada la preparación de citostáticos, en el área en la que se ubique la Cabina de Flujo Laminar con las características adecuadas que garanticen la seguridad, tanto del paciente como del trabajador, así como los rigurosos niveles de asepsia para la preparación de medicación citostática.
Bioseguridad: si bien la propia Real Academia de la Lengua no recoge el concepto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como “el conjunto de normas y medidas para proteger la salud del personal frente a riesgos biológicos, químicos y físicos a los que está expuesto en el desempeño de sus funciones, también a los pacientes y al medio ambiente”. (OMS 2005).
En cualquier caso, entendemos y definimos el concepto como “el conjunto de medidas que se aplican en las zonas críticas hospitalarias destinadas a garantizar los adecuados niveles de asepsia para evitar las infecciones nosocomiales, además de la morbimortalidad, y garantizar la seguridad biológica frente a los riesgos higiénicos mediante medidas preventivas, así como aquellas de carácter reactivas tras exposición”. (González, M. 2018).
Medicación Citostática: medicación oncológica que frena la división celular. En general son fármacos utilizados contra el cáncer. Según la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (2003), “los medicamentos citostáticos son sustancias citotóxicas que se utilizan específicamente para causar un daño celular, que no es selectivo para las células tumorales, sino que afecta a todas las células del organismo, resultando efectos tóxicos adversos”. En definitiva, es aquella sustancia capaz de inhibir o impedir la evolución de la neoplasia, restringiendo la maduración y proliferación de células malignas, actuando sobre fases específicas del ciclo celular y, por ello, son activas frente a células que se encuentran en proceso de división. Este mecanismo hace que, a su vez, sean por sí mismas carcinógenas, mutágenas y teratógenas”.
Seguridad del paciente: concepto que incide en los procesos asistenciales seguros. “Reducción del riesgo de daño innecesario asociado a la atención sanitaria hasta un mínimo aceptable, teniendo en cuenta los conocimientos, los recursos disponibles y el contexto en el que se presta la atención”. (World Health Organization, 2015).
Paciente oncológico: el paciente oncológico tiene una serie de características en atención a esa patología compleja que hace que su manejo sea complejo. Según Maldonado, “las complicaciones infecciosas constituyen una de las principales causas de morbimortalidad en los pacientes de cáncer. Las alteraciones en las defensas en el organismo, bien sean producidas por la propia enfermedad, o bien por los tratamientos a los que son sometidos los pacientes, van a provocar un aumento significativo del riesgo de sufrir infecciones”. (Maldonado M. S., 2013).
Cabina de Seguridad Biológica
La importancia de una adecuada elección de una Cabina de Seguridad Biológica (CSB), así como de su mantenimiento para la preparación de medicación citostática que se habrá de administrar al paciente oncológico, estriba en que si no se escoge adecuadamente pueden sucederse dos cosas de importancia capital para:
- El paciente oncológico, que tiene su sistema inmune totalmente deprimido y deteriorado. No está en condiciones de afrontar cualquier tipo de infección, agravándose su estado si no se garantizan los adecuados niveles de asepsia. Ese paciente puede morir de una infección si esa medicación no se prepara con todas las garantías, dado que la medicación, que se va a administrar a través de los reservorios, podría contener una carga microbiana importante.
- El trabajador que prepara, transporta o administra esa medicación citostática o citotóxica; es decir, tóxica para la células. Este profesional puede ver comprometida su seguridad y salud si la Cabina de Flujo Laminar (también conocida como de seguridad biológica) no se elige adecuadamente en atención al fin al que está destinada; es decir, a la medicación que se va a preparar. No es lo mismo preparar una nutrición parenteral que una medicación para el tratamiento del cáncer, como es el caso que nos ocupa.
¡Sigue Leyendo!
Aquí te hemos mostrado tan solo un resumen de este artículo.
¿Quieres leer el artículo completo?