Hoy en día nadie pone en duda que la llegada al mercado de consumo de los smartphones durante la primera década del siglo XXI marcó un antes y un después en nuestras vidas. Estos teléfonos inteligentes daban acceso a todo un mundo de posibilidades en el que la velocidad de conexión a Internet y la descarga de contenidos se volvía fundamental. Desde entonces, esos parámetros se han ido incrementando hasta el punto de que hoy en día nos encontramos a las puertas de una verdadera revolución en este sentido: la tecnología 5G, la próxima generación de banda ancha móvil que permitirá conexiones hasta diez veces más veloces que su antecesora, la 4G. En otras palabras, hará posible, por ejemplo, descargar desde una plataforma como Netflix una película de dos horas en solo 15 segundos, cuando actualmente eso puede llevar unos seis minutos. Y a esto se le añaden otras prestaciones como la drástica disminución de la latencia a un milisegundo o menos; una disponibilidad del 99,999%, por lo que la red apenas sufriría caídas; una cobertura global; o incluso una reducción del 90 por ciento del consumo de energía de red.
Todo ello permitirá, tal y como explica Mercedes Fernández, gerente de Innovación y responsable del proyecto Ciudades Tecnológicas 5G de Telefónica España, «desarrollar servicios útiles para los usuarios como, por ejemplo, el coche conectado, vehículos que ‘hablarán’ con los semáforos, con las señales y unos con otros para mejorar la seguridad». Además, añade: «El 5G, unido a la realidad virtual y la realidad aumentada, permitirá ofrecer servicios para particulares en sus dispositivos móviles y en los elementos visuales de las ciudades. Y también el turismo disfrutará de experiencias digitales avanzadas como descubrir la historia de una ciudad recreando los escenarios de épocas pasadas». En definitiva, sentencia, esta tecnología dará pie a «un sinfín de nuevas funcionalidades que están por descubrir y evolucionar».
De la misma forma opinan fuentes de Huawei: «5G no será una simple nueva generación de comunicaciones móviles, sino más bien el habilitador fundamental para la transformación digital de la sociedad y el desarrollo de la cuarta revolución industrial». Y es que, en su opinión, «a diferencia de lo que supuso la sustitución del estándar de la tecnología 3G por la 4G, la implantación de 5G tendrá un impacto más allá de una mera evolución tecnológica».
Despliegue comercial
Ahora bien, para llegar a ello todavía queda un poco. El calendario que el sector de las telecomunicaciones ofrece para el 5G, por los plazos que impone la estandarización de los diferentes avances tecnológicos, pasa por que en 2020 se empiece a desarrollar un despliegue de las redes bajo demanda, que en 2021 se inicie el despliegue comercial de las infraestructuras y que sea a partir de 2022 cuando se produzca la expansión masiva de la red.
Para cumplirlo, las operadoras de comunicaciones se encuentran en fase de implantación. Y es que, según sostiene Fernández, de Telefónica, «será un despliegue de red complejo, con grandes retos operativos para conseguir que esta nueva tecnología 5G coexista con las anteriores hasta que se consiga ir apagando gradualmente el 2G y 3G, y será fundamental conseguir una gran eficiencia en costes, de manera que la existencia de una nueva red no dispare los costes de mantenimiento».
Navegar más rápido gracias al 5G implicará que la propagación de los ciberataques también lo será
Por su parte, los fabricantes de chips, incluidos Qualcomm e Intel, también trabajan en procesadores y radios que permitan unas comunicaciones 5G perfectas; y a su vez, las principales compañías de equipos de red están construyendo la red troncal y los dispositivos para respaldar a 5G. Por ejemplo, una de estas empresas, junto con Nokia y Ericsson, es Huawei, quien ya ha firmado más de 50 contratos comerciales 5G con operadores de todo el mundo, 28 de ellos europeos, y ha desplegado más de 150.000 estaciones base 5G fuera de China. Desde la compañía aseguran: «actualmente, somos el único fabricante que ofrece todos los equipos para proveer una solución de extremo a extremo 5G completa. Desde los dispositivos de usuario, hasta las estaciones base, la red de transporte, el core 5G y la infraestructuras de TI para arquitecturas cloud«.
En cualquier caso, tarde más o menos, el despliegue de estas redes será extremadamente costoso, incluso para una industria acostumbrada a pagar miles de millones de dólares cada año en gastos de infraestructura. Sin ir más lejos, según Barclays, implementar la tecnología 5G solo en Estados Unidos costará 300.000 millones de dólares. Y tampoco se podrá explotar comercialmente en toda la población hasta que los dispositivos compatibles con dicha tecnología lleguen a las tiendas.
Aun así, ya hay experiencias en este sentido. Una de ellas comenzó en nuestro país el 15 de junio, cuando Vodafone inició la puesta en marcha de sus servicios 5G en 15 ciudades, si bien todavía con un escaso catálogo de móviles preparados para soportar esta tecnología.
Otros operadores han preferido esperar y seguir con las pruebas, como Telefónica. Según Fernández, la compañía ha desplegado «varios proyectos piloto de casos de uso 5G en el marco del proyecto Ciudades Tecnológicas, una iniciativa puesta en marcha en 2018 orientada a probar y desarrollar nuevas aplicaciones como el coche conectado, la realidad aumentada aplicada al turismo, la realidad virtual para la retransmisión de eventos deportivos, el almacenamiento de baja latencia para la banca o el streaming de vídeo de alta calidad para el transporte público. Adicionalmente se está probando la tecnología y cómo realizar un despliegue comercial eficiente».
Importancia de la seguridad
Pero mientras llega el día en que esta tecnología se implemente de forma masiva en toda la sociedad, hay un aspecto que preocupa especialmente en el despliegue del 5G: la seguridad. Y es que una tecnología como esta no está exenta de peligros.
En primer lugar, uno de los puntos de preocupación tiene que ver con la velocidad de conexión y la transferencia de datos. El hecho de navegar mucho más rápido implica que la propagación de los ciberataques también lo será. Por ejemplo, si ahora el ancho de banda permite el envío de 500.000 mensajes de spam simultáneos, con el 5G esta cifra podría llegar a los 50 millones.
Junto a esto, se incrementarán de forma exponencial los dispositivos susceptibles de ser atacados. No hay que olvidar que esta tecnología va a suponer el despegue definitivo del Internet de las Cosas, con más de 20.000 millones de equipos conectados a la Red en 2020, según Gartner, y en muchos casos interactuando entre ellos. Esto también dará a los ciberdelincuentes mayores facilidades y velocidad para desplegar redes de bots, o dispositivos pirateados, capaces de atacar a cualquier sistema, como ya ha ocurrido en más de una ocasión en los últimos años a menor escala.
A ello habría que añadir la explosión exponencial que generaría la transferencia de datos por la red de comunicaciones. Esto está dando lugar a una gran controversia en torno a la gestión de la privacidad. Es más, algunos expertos ya han avanzado que deben integrarse tecnologías de cifrado hardware en los propios dispositivos para evitar este tipo de problemas.
A todo lo anterior hay que unir también los riesgos inherentes a los propios dispositivos móviles desde los que se desplegará la tecnología 5G y que, en los últimos años, se han convertido en objetivo prioritario de los ciberdelincuentes para la expansión del malware y el acceso no autorizado a los datos personales.
La clave en estos casos reside, según José de la Cruz, director técnico de Trend Micro Iberia, en «la seguridad por diseño»; es decir, «crear dispositivos contemplando la seguridad como uno de sus requisitos e implementando mecanismos que permitan que estos operen de manera segura en las redes en las que estarán conectados». Ahora bien, no todo son malas noticias. Y es que la ciberseguridad aplicada adecuadamente a la tecnología 5G también traerá consigo importantes mejoras en la velocidad a la hora de detectar ciberataques y ponerles solución, así como el blindaje de los datos personales a partir del cifrado que lleva aparejada esta tecnología.
La guerra por el 5G
El problema es que todo lo comentado hasta aquí también se está explotando desde un punto de vista político. De hecho, el Gobierno norteamericano ha sido uno de los más activos al dudar de los fabricantes chinos, pues piensa que podrían utilizar esta tecnología para incluir chips de espionaje en las cadenas de producción tanto de los terminales como de los equipos de red encargados de las comunicaciones. Concretamente, la Administración norteamericana ha lanzado contra Huawei acusaciones de espionaje al servicio del Gobierno chino. De hecho, la empresa ha sido incluida en una lista negra (Entity List) en la que figura tanto la matriz como 68 de sus filiales por el mundo, de manera que las compañías estadounidenses tendrían prohibido vender suministros y materiales a la firma china.
Esta, por su parte, ha explicado varias veces que no hay evidencia de las afirmaciones de Estados Unidos. Además, fuentes de la compañía destacan que «la ciberseguridad es la máxima prioridad para Huawei». «En los últimos 30 años, hemos construido más de 1.500 redes junto con operadores de telecomunicaciones, que brindan servicios de red a más de 3.000 millones de personas en más de 170 países y regiones. A lo largo de este tiempo, no ha habido ninguna evidencia de incidentes de seguridad en los equipos de Huawei», añaden.
En cualquier caso, la guerra no solo económica sino política entre ambos países para liderar la tecnología 5G está servida. Y de momento parece que es China la que se encuentra en mejor posición que cualquier otro país del mundo.
¿Qué está haciendo la UE?
La Unión Europea, por su parte, se ha mostrado preocupada por la seguridad de las redes 5G. Tanto es así que la Comisión Europea ha establecido un conjunto de medidas y un calendario para tomar decisiones en común que combinen instrumentos legislativos y políticos destinados a proteger las economías y los sistemas democráticos de cada uno de los países miembros.
Precisamente, en un documento hecho público por este organismo se establece que «la ciberseguridad es fundamental para garantizar la autonomía estratégica de la Unión»; y en él se recomienda a los estados miembros «completar una evaluación nacional de riesgos de las infraestructuras de las redes 5G». En ella se deben incluir condiciones que permitan garantizar la seguridad de las redes públicas, especialmente a la hora de otorgar los derechos de uso de radiofrecuencias de las bandas 5G.En este sentido, el Gobierno español ya ha entregado a la Unión Europea su informe de riesgos sobre el desarrollo del 5G en nuestro país.
Por su parte, el documento comunitario conmina además a los Estados miembros a intercambiar información entre sí y, con el apoyo de la Comisión y de la Agencia de la Unión Europea para la Ciberseguridad (ENISA), completar una evaluación de riesgos coordinada antes del 1 de octubre. No en vano, esto tiene que ser así porque el Grupo de Cooperación para la Seguridad de las Redes y Sistemas de Información debe aprobar medidas de mitigación para hacer frente a los riesgos de ciberseguridad detectados en el ámbito nacional y de la UE como muy tarde el próximo 31 de diciembre.
Y, según ha anunciado la UE, esa también ha de ser la fecha para que ese Grupo de Cooperación cree una lista negra de proveedores de productos o servicios que supongan riesgos. Eso sí, el ejecutivo comunitario quiere que sean los Estados miembros quienes señalen los criterios que deben cumplir las compañías para formar parte de esa relación de empresas inseguras. Ahora bien, todavía se desconoce el formato que tendrá la lista; es decir, si solo constará de proveedores que puedan suponer un riesgo o también de productos y servicios peligrosos, así como las consecuencias que puedan derivarse de esa medida.
En cualquier caso, detrás de esta decisión parece que se encuentra también el temor de la UE a que la seguridad del viejo continente se vea amenazada si deja su despliegue en manos de empresas chinas. Prueba de ello son las declaraciones del vicepresidente del ejecutivo comunitario, Andrus Ansip, quien advirtió que Pekín estaba exigiendo a las tecnológicas que instalaran backdoors (puertas traseras) para permitir que un programador de software pudiera entrar y espiar los dispositivos. «¿Tenemos que estar preocupados por Huawei u otras compañías chinas? Sí, creo que tenemos que estarlo», llegó a decir.
Desde Huawei, por su parte, destacan que han hecho grandes inversiones en la implementación de estándares y certificaciones de seguridad para 5G como 3GPP SCAS y GSMA NESAS. «La ciberseguridad en 5G es una preocupación de todos, no de un único país, ni que afecte a una única empresa. Por eso, es crítico disponer de un entendimiento y unos requerimientos armonizados para poder tener éxito en la aspiración de ofrecer servicios 5G a nuestra sociedad, con las mismas garantías de seguridad independientemente de en qué parte del mundo el usuario accede a los servicios 5G», añaden.
En cualquier caso, y dejando a un lado la controversia política, lo cierto es que todos los actores involucrados están trabajando para que las redes 5G están disponibles lo antes posible. Solo falta, en palabras de De la Cruz, de Trend Micro, «seguir concienciando tanto a los fabricantes, para que implementen mecanismos de seguridad, como a los usuarios, para que les exijan productos con tales mecanismos implementados».
La ciberseguridad, "una prioridad desde el principio"
El pasado mayo se celebró en Praga (República Checa) una conferencia sobre seguridad de las redes 5G, en la que participaron funcionarios gubernamentales de 32 países, la Unión Europea y la OTAN. Allí se establecieron una serie de recomendaciones que los países deberían considerar al diseñar, construir y administrar su infraestructura de telecomunicaciones de redes 5G.
Según declaró allí Andrej Babiš, primer ministro de la República Checa, en su discurso de apertura: «Necesitamos concienciar a líderes políticos, expertos y también al público en general respecto a la complejidad de la ciberseguridad y las redes 5G”. Y añadió: «Tenemos que hacer bien el 5G, así como mostrar responsabilidad a nuestros ciudadanos y empresas por igual. El 5G no es una competencia de negocios que ocurre una sola vez; sino un proceso en el que la ciberseguridad debe ser una prioridad desde el principio».
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