A mi llegada a la iniciativa privada hace 28 años, proveniente de las fuerzas armadas, lo primero que encontré fue un espacio vacío en el concepto y definición de las posiciones de seguridad en las empresas, donde, en base al buen entender de cada empresa contratante, cubrían sus requerimientos de seguridad. Así, cada persona, cada ejecutivo, tenía una forma para describir su posición, sus roles, su alcance, donde el hablar de un proceso de carrera era imposible.
Preguntas sin respuesta
Preguntas como ‘qué hacer una vez contratado’, ‘a quién le reporto’, ‘qué sigue’, ‘hasta dónde debo llegar’ o ‘qué conocimientos debo adquirir’ ni siquiera eran consideradas. Muchas veces, las posiciones eran ocupadas por personal retirado de organismos gubernamentales o ejecutivos que venían de otras áreas de la empresa y que se les asignaba llevar el área de seguridad.
Entonces, o se trataba de aplicar el modelo que traían de gobierno, en especial militar o policiaco, o de imitar los criterios de evaluación y desempeño de otras funciones. Ello llevaba a que el área de seguridad se mantuviera en un nivel muy operativo, lo cual limitaba el nivel de interacción, la participación en procesos críticos y, por ende, el reconocimiento de alto nivel de la empresa.
Pero también se daba el caso de empresas donde, habiendo una posición central de seguridad, algunas preguntas se contestaban. Por lo general, esto implicaba seguir protocolos y procesos predefinidos, pero no abría el entender sobre cómo desarrollar una carrera o emprender un camino en la seguridad corporativa.
Propuestas de valor
La necesidad de respuestas me llevó a generar un proceso permanente de preguntas tratando de dar una identidad a mi actividad profesional. Después de tantos años, este proceso se mantiene activo y vigente, pues el mundo corporativo conlleva una dinámica constante de cambios. Y si tienes la oportunidad de cambiar de empresa, te das cuenta de que los tiempos, naturaleza y cultura de cada una es sui géneris.
Creo que es muy común que se deje de hacer preguntas y quedarse con las respuestas fáciles, por lo que dejas de evolucionar. Y aun estando en puestos ejecutivos no tienes un crecimiento real, dejas de trascender atendiendo desde un estado de confort. Escalar en el nivel de interacción y conversación en una corporación implica no solo desarrollar tu conocimiento de negocios y experiencia ejecutiva, sino la habilidad para ajustar tus habilidades y experiencia operativa para traducir esto en propuestas de valor acreditado por la corporación. Puedes estar 20 años en una empresa y no salir de lo operativo, puedes ser importante pero no relevante para el negocio.
Actividad docente
En mi caso particular, este proceso de preguntas y respuestas, dirigiendo y operando equipos de seguridad corporativa a nivel global, en empresas de la construcción, tabaco, telecomunicaciones, retail, banca y entretenimiento, tomando la función desde el nivel básico, en entornos de riesgo muy complejos y durante tiempos críticos para las empresas, me llevó también a incursionar en la docencia. Durante más de 20 años he impartido clases y conferencias en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, donde fui llevando la experiencia operativa como ejecutivo de alto nivel en estas empresas a crear elementos doctrinales para sustentar los criterios que fundamentan el campo de la seguridad corporativa.
Todo ello tratando de sentar un método que permita a los que empiezan su carrera tener nociones fundamentales y la descripción de esta actividad y a los colegas que llevan años en este camino tener otros puntos e ideas de referencia. También para ayudar a los ejecutivos de otras funciones que llevan la responsabilidad de hacer más segura su empresa. Y para que los headhunters y ejecutivos de Recursos Humanos tengan un mejor entendimiento de la función de seguridad corporativa y lo que conlleva para seleccionar el talento adecuado para esta función.
Compartir experiencia
Tomando lo anterior, decidí escribir un libro que integrara todo lo antes expuesto con la finalidad de compartir la experiencia de un modelo de gestión que considero muy exitoso, acorde a los estándares de reconocimiento de las empresas para los ejecutivos de alto impacto, así como por la trascendencia que tuvieron la estrategia, programas y políticas que se generaron durante mi gestión de la función de seguridad corporativa en los campos antes mencionados. Busco con ello llenar el vacío que no solo encontré, sino que prevalece al día de hoy, al no haber un criterio claro para definir con certeza el perfil de la posición de director de Seguridad Corporativa.
Extractos del libro
En septiembre de 1994, después de 20 años y 16 días, recibí los documentos de mi retiro honroso de las fuerzas armadas. Y para octubre del mismo año ya estaba incorporado en mi primera posición en seguridad corporativa. No había transcurrido ni un mes y tantos años de experiencia dieron lugar a una nueva aventura profesional. Mi llegada a esta empresa fue en un momento estratégico de la organización, ya que comenzaba un proceso de expansión global que impactaría en sus objetivos y, por ende, en la cultura organizacional de la empresa hasta llevarla a alcanzar una posición como jugador global. Este cambio en lo personal y profesional requirió una transición muy complicada por diversas razones.
Primero, la empresa que me contrató no tenía una definición clara del puesto, ni siquiera el nombre de la posición estaba definido, al grado que cayó en mí definir el perfil y la descripción del puesto para luego ponerle nombre a la gerencia. Esto porque la posición se creó debido a la recomendación que hizo el consultor internacional que apoyaba a esta empresa en su proceso de expansión. Este había reconocido la importancia y vulnerabilidad de la información estratégica de la empresa y recomendó que se formara una gerencia de seguridad de la información, lo que, una vez aceptado por la alta dirección, llevó a la creación de un área de seguridad física que complementara el esquema de seguridad en la información. Curioso, pero mi experiencia en seguridad física nace de la convergencia con la seguridad de la información, concepto que hoy día se sigue discutiendo.
Segundo, los criterios de autoridad y poder que rigen en el gobierno no son aplicables en el sector empresarial. Y esto lo percibí de inmediato porque en las áreas donde creía tener una fortaleza, que era protección ejecutiva e investigaciones especiales, es donde encuentro que los criterios que rigen la cultura, procesos y alcances son totalmente diferentes.
Tercero, me encuentro con la total falta de información y conocimiento estructurado sobre seguridad corporativa, tanto por parte de la empresa en particular como de los mismos profesionales que llegaban a ocupar posiciones de seguridad, tendencia que sigue prevaleciendo. Esto es crítico, pues, sin una base sólida sobre lo que implica la seguridad corporativa, ¿cómo trazar un camino y un desarrollo profesional? ¿Cómo formar una carrera dentro de una corporación cuando no hay nada definido?
Estos puntos realmente me asombraron, ya que me habían contratado para una función que ni la propia empresa entendía su razón de ser, salvo lo que el consultor les recomendó y sin siquiera poseer una descripción breve de sus funciones, trabajo que me tocó a mí como el primer gerente del área.
Este caso lo he visto en varias empresas a lo largo de mi carrera. Lo interesante es que he aprendido, a través de mi paso por nueve diferentes puestos, que incluso en organizaciones sólidas suceden uno de dos casos: o ya viene descrito exactamente lo que tienes que hacer, un criterio muy de empresas de procesos rígidos o by the book, o en cambio, la administración no tiene idea del alcance de tu función e ingresas a la corporación atendiendo una necesidad inmediata, es decir, la razón por la que te contrataron.
Acción funcional
Dado lo anterior diseñé un modelo de acción funcional, tomando como base los criterios de estructura y roles de otras funciones corporativas, que permite asentar los principios para el desarrollo de una nueva función desde un plan de ubicación rápida, para, posteriormente, expandir el alcance y funciones del puesto.
Con el tiempo encontré que el desarrollo profesional y el crecimiento económico que puedes lograr como profesional de la seguridad corporativa en aquellas empresas donde no tienen bien encuadradas las actividades de esta área son mayores, pues brindan la mayor posibilidad para estructurar propuestas de valor. Además, permiten un espacio de crecimiento tan amplio como las capacidades y los conocimientos del ejecutivo de seguridad lo permitan.
Es por ello que comparto mis puntos de vista sobre la extraordinaria profesión del ejecutivo de seguridad corporativa basándome en un proceso de ensayo y error durante 28 años de experiencia, desarrollando plataformas y planes para diversas empresas a nivel nacional e internacional y que considero exitosas por dos motivos.
El primero es que las propuestas de valor planteadas tuvieron un gran impacto en las decisiones de negocio a las cuales se integraron, pues trascendieron incluso cuando dejé la empresa en cuestión. El segundo motivo es que se logró posicionar a la función de ejecutivo de seguridad como un servicio crítico dentro de la estructura funcional, con reconocimientos acordes a los estándares más relevantes de la organización, permeando estos a mis equipos de trabajo.
Como me dijo el dueño de una excelente empresa en que trabajé, durante mi gestión «se le dio dignidad al área de seguridad». Memento Mori, Carpe Diem.
Biografía profesional de Antonio Gaona Rosete
El autor es teniente coronel (retirado) y licenciado en Derecho con maestría en Administración de Empresas, habiendo diseñado exitosamente la política, estrategia y planes de seguridad corporativa para empresas globales y nacionales, con operaciones en situación de alto impacto para diversos tipos de negocio.
Ha operado personalmente situaciones de crisis en África, sudeste asiático, México y Latinoamérica, reportando siempre a la alta dirección. Se ha desempeñado como orador en foros internacionales y es profesor de inteligencia corporativa para diversas universidades de México. Es graduado de cursos de alto liderazgo de IPADE, Wharton, Kellogg, Georgetown e IE Business School.