En las primeras semanas de marzo de 2021, desde el sector de la investigación privada estamos asistiendo con cierto estupor a una corriente informativa generalizada. A golpe de titulares llamativos, se parte del axioma «vigilar al teletrabajador». Esta corriente informativa, sin tener datos contrastados, ha recorrido la práctica totalidad de canales de televisión y radio de España, tanto en el formato de informativo como en actualidad y debates.
Si bien gran parte del sector de la investigación privada suele rechazar de manera automática la aparición en medios de comunicación, también somos muchos los que habitualmente aceptamos este ofrecimiento y acercamos así a la población una actividad regulada y tergiversada por el cine negro. Es difícil ofrecer un punto de vista contrario al del periodista, puesto que los minutos en televisión son muy valiosos y las preguntas van encaminadas a conseguir la ratificación del titular. Aun así, han sido numerosos los compañeros que en los medios de comunicación han negado el aumento de solicitudes, por parte de los empresarios, de vigilar físicamente al teletrabajador, con objeto de averiguar si en el tiempo de su jornada laboral realiza la compra, va al gimnasio u otras tareas encaminadas al fraude en el ámbito laboral.
Disponemos, en el sector, de grupos numerosos donde se ha generado debate sobre esta corriente que consideramos ficticia. El sondeo de varios de estos grupos nos dice que no hay un aumento en los casos de control laboral, siendo un sector afectado por la crisis, como el resto de la población. Si bien es posible que la casuística de los mismos haya podido migrar debido a la característica de la situación actual.
Como sociedad, hemos aprendido que basar el sistema laboral en el teletrabajo no se limita a mandar a los trabajadores a realizar su jornada laboral desde casa. Se está adaptando la normativa, la metodología empresarial y las estructuras domésticas para poder llevar a cabo con éxito la transformación digital. Entre otros aspectos, puede conllevar la deslocalización del escritorio de trabajo, pero esto no es la parte principal.
Desmontando el mito del detective y el teletrabajador
Existen peculiaridades que hacen que estas noticias «rechinen» en los oídos de alguien acostumbrado a realizar aportes en cuanto a la transformación digital.
- La organización del trabajo: cuando se realiza teletrabajo, es lógico adaptar la organización laboral pasando de un sistema basado en el control horario a un sistema basado en objetivos. En este sentido, es ampliamente utilizada la metodología scrum.org, definiendo objetivos y fechas de reuniones (videollamadas la mayoría de las veces). Es importante definir estos «puntos de control», llamados Sprint, correctamente. En ellos hay un compromiso previo por parte del trabajador y se han diseñado pensando que el tiempo asignado es suficiente y aceptado tanto por el empleado como por la empresa. Nace la figura de Scrum Máster para el diseño y seguimiento de esta metodología, habilidades a complementar en el anteriormente llamado jefe de equipo o jefe de departamento. Otras figuras, como el Project Manager, trabajan vinculadas a este sistema.
- La imputación del trabajo: no siempre un empleado realiza trabajos para un mismo proyecto. Puede tener asignado varios. Por lo tanto, se suelen implementar procedimientos que ayudan en la imputación de las horas a los clientes adecuados. Para ellos existen proyectos de software libre como redmine.org. Algunas empresas desarrollan sus propias aplicaciones, como es el caso de PwC con iTimes.
- Los dispositivos: otro de los retos de la transición digital es el uso de dispositivos por parte de los empleados, siendo evidente que estos deben estar proporcionados y controlados por la empresa. Si a esto le sumamos las garantías mínimas de ciberseguridad exigibles, nos encontramos con el uso de VPN, que son conexiones privadas utilizando redes públicas. Algo así como tener tu sombrilla con tumbona contratada en la playa para asegurarte una vigilancia de la misma y un espacio garantizado. Del mismo modo, es conveniente instalar un sistema de detección y protección ante intrusos que irremisiblemente controle los flujos de información del dispositivo desde el punto de vista de la seguridad, pero generando ese control.
- El entorno: en múltiples casos se puede optar por servicios de computación en la nube, como por ejemplo Microsoft Azure, que actualmente son fáciles de implementar y permiten flexibilidad y pago por uso.
- Políticas de seguridad: actualmente es habitual la firma de ciertos documentos cuando un empleado recibe un dispositivo o una tecnología (correo corporativo, por ejemplo), en los cuales se determina su uso profesional y se limita el uso personal, así como se previene de las posibilidades de control del mismo por parte del contratante.
Por lo tanto, con un sistema apropiado de teletrabajo no es necesario el control horario por parte de la empresa, ya que la metodología se orienta al control del resultado. En cualquier caso, la propia planificación del teletrabajo conlleva el uso de herramientas informáticas que explicitan dicho control del absentismo.
Sin embargo, todos estos aspectos son flexibles, pudiendo tener un trabajador turnos horarios de disponibilidad en función del desempeño concreto, como por ejemplo atención telefónica.
El papel del detective privado en la actualidad
La investigación es el procedimiento por el cual un profesional analiza una situación para dotar al cliente de la mejor solución posible, consiguiendo las informaciones necesarias para ello. En estos casos existen múltiples especializaciones de los despachos de detectives privados, bien formando equipo con otros profesionales o bien por una doble capacitación, como puede ser en compliance, protección de datos, ciberseguridad o derecho digital, por poner algunos ejemplos. Por ello, esta corriente informativa de seguimiento físico del teletrabajador como método único de persecución del fraude por absentismo laboral devalúa, como así suele ocurrir desde los medios de comunicación, al sector de la investigación privada, simplificando este en una actividad que, si bien es importante y relevante, no es la única que hace: el seguimiento.
Es evidente que el absentismo laboral se puede demostrar a través de la «no presencialidad» en un puesto de teletrabajo. Del mismo modo que sería demostrable a través de la huella digital del trabajador. Esta huella puede obtenerse, por un lado, en su ámbito profesional; y por otro, por parte del detective privado usando información del ámbito de redes sociales personales que sirvan para la legítima defensa de los derechos del empleador.
El artículo 20 del Estatuto de los Trabajadores atribuye al empresario la potestad de tomar las medidas oportunas de control y vigilancia de sus empleados. Por su parte, los detectives privados están reconocidos por el Tribunal Supremo como «un instrumento dotado de exclusividad para el eficaz control por el empresario del exacto cumplimiento de los deberes exigibles al trabajador«. Y esto lo podemos lograr tanto por medios de trabajo de campo como por seguimiento y ciberinvestigación. Un análisis de cada caso es necesario para poder decidir las medidas más adecuadas, proporcionales e idóneas para certificar los hechos.
¿Quién sale beneficiado de esta corriente de noticias?
Es difícil demostrar el origen de las corrientes informativas y el efecto dominó que realizan en otras cadenas. Pero se puede ver que, en los meses de verano de 2020, fueron muy numerosas las noticias sobre los aspectos negativos del teletrabajo recogidas en medios más cercano a las páginas de color salmón (economía) que a la ahora prensa «casi rosa» en la que se han convertido gran parte de la parrilla informativa. De hecho, hace unos días podíamos leer en el diario Expansión el siguiente titular: «Los grandes banqueros inician una cruzada contra el teletrabajo»…
