Hace 15 años que entré a formar parte de este apasionado mundo de la Seguridad Privada y he visto cómo ha evolucionado este sector. Al principio todo era muy diferente, las personas que desarrollábamos esta actividad teníamos muchos conocimientos y poca tecnología. No disponíamos, por ejemplo, de tornos, y las cámaras, las pocas con las que contábamos, no eran digitales y su efectividad era bastante limitada. En los centros de control se instalaban televisores de 14 pulgadas en blanco y negro de baja resolución. Raro era disponer de pantallas planas en color con toda su efectividad y resolución.
La seguridad se basaba en el factor humano, en la prevención y la consiguiente investigación. Era necesaria una red humana que nos hiciese llegar la información de posibles robos y otros incidentes, para después poder llevar a cabo nuestras investigaciones y conseguir desarticular los entramados que pudieran actuar dentro de nuestra industria.
La formación del personal era bastante escasa. Con cursos de cientos de horas se podía obtener el título de director de seguridad y después llegar a conseguir, sin más, el título de jefe de seguridad. La formación sigue siendo una base fundamental para el desarrollo de nuestra labor, a pesar de que actualmente continúa sin tener una definición muy clara.
En los tiempos actuales y con la situación que se ha generado dentro del sector industrial, con muchas más funciones asignadas a los directores de seguridad, el asunto se ha agravado con asuntos como la ciberseguridad o la protección contra incendios, así como con las nuevas tecnologías relacionadas con la resiliencia, planes de autoprotección, Ley de Protección de Datos, planes de contingencia, etc.
En los tiempos actuales la situación se ha agravado con asuntos como la ciberseguridad o la PCI, así como con las nuevas tecnologías
La responsabilidad que asumen los CEO de las compañías debe transformarse en una oportunidad para poder conseguir más medios, nuevas tecnologías y optimización del factor humano.
Además, el sector vive una problemática de indefinición con la nueva Ley de Seguridad Privada debido a la dilatación tanto de la tramitación como de la aprobación. La interminable gestación del nuevo reglamento no ayuda a que el sector tenga bien definido su funcionamiento.
Creo que el reto que nos queda a los directores de seguridad, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y las asociaciones profesionales es muy grande y, a su vez, una oportunidad. Por ello invito a todos los componentes del sector a formar parte de grandes asociaciones como ASIS International o ADSI, en las que se engloban la mayoría de los profesionales. Unidos podemos forzar la solución a los problemas, organizando simposios, foros, conferencias y otros encuentros en los que dar a conocer nuestras experiencias y buscar soluciones en este mundo tan complejo de la seguridad, en el que desarrollamos nuestro trabajo.